Cualquier tratamiento serio de recuperación asistida de un suelo agrícola requiere de un lapso relativamente corto comparado con el que necesitaría la naturaleza si se la dejara actuar libremente, pero siempre hay que pensar en períodos cercanos a los dos años, aunque las mejoras se van percibiendo ya desde el primer año.
Nuestra propuesta de valor tiene una enorme ventaja, y es que no requiere invertir dinero adicional al que actualmente viene invirtiendo el productor, debido a que, básicamente, se trata de un sistema de sustitución y reducción de insumos y algunos cambios de técnicas convencionales por buenas prácticas.
Está comprobado que este tipo de tratamientos logra la mejor relación costo-beneficio comparativamente con cualquier otra forma convencional de producir. Esta brecha se va ampliando año tras año debido a que, a medida que aumenta la mejora edáfica, se requieren menores dosis de cada insumo, al contrario de los manejos convencionales que, al no lograr mejorar la calidad del suelo requieren de mayores dosis de fertilizantes y plaguicidas para lograr lo mismo cada año.
Uno de los principales beneficios que genera el uso de esta tecnología es el aumento comprobable del valor de la tierra. No sólo que un suelo fértil incrementa la productividad y la calidad de lo producido, sino que mejora sensiblemente el precio de mercado por el potencial que adquiere.
Trabajamos con métodos no tradicionales de análisis y de regeneración edáfica, derivados de la Física, la Microbiología y la Bioquímica, midiendo variables que habitualmente no se tienen en cuenta y que son tanto o más importantes que las habituales N y P disponibles, MO sin diferenciar y pH. Esos parámetros son, principalmente: el potencial dieléctrico del agua, los metales pesados presentes y los indicadores biológicos del suelo.
Una de las técnicas utilizada se basa en la colorimetría y mide proporcionalmente la relación entre la parte orgánica e inorgánica del suelo, dándonos una idea del nivel de actividad biológica.