El suelo y la planta son parte de un mismo sistema complejo; no se deben analizar por separado ya que uno no existe sin el otro. El sistema SUELO-PLANTA, técnicamente, se podría encuadrar dentro del concepto de simbiosis.
Para que una planta se desarrolle, necesita de un suelo vivo, ya que sólo así podrá recibir una serie de elementos únicos, como por ejemplo: antioxidantes, aminoácidos, vitaminas y demás sustancias orgánicas esenciales. Asimismo, para que el suelo esté vivo necesita de las plantas debido a la variedad de sustancias carbonadas esenciales que estas le entregan (fotosintatos).
Los últimos estudios científicos demuestran que el suelo no es simplemente el hábitat de un sinnúmero de especies macro y microbianas sino que es algo más complejo: es un organismo vivo en sí mismo, al punto que se está estudiando su genoma. El suelo posee órganos (colonias microbianas) que cumplen las distintas funciones de todo organismo: respiración, alimentación, detoxificación, etc.
Se podría decir que los micro y macro organismos del suelo son las células y los minerales el esqueleto de ese organismo llamado “suelo”. Y como cualquier organismo tiene sus requerimientos (manejo) para funcionar correctamente: temperatura, alimentación, humedad, sustancias que lo dañan, etc.
Entendiendo al suelo como un organismo vivo, las malas prácticas agrícolas alteran todas sus funciones biológicas enfermándolo con distintos niveles de gravedad, pudiendo, incluso, matarlo.
Cuando el suelo sufre alguna alteración repercute directamente sobre el cultivo por su relación simbiótica suelo-planta, esto provoca una serie de problemas claramente visibles englobados dentro del concepto de estrés vegetal:
Estos factores hacen que la planta esté más susceptible a cualquier tipo de inclemencia, haciendo que el cultivo no alcance su potencial genético a pesar de todos los esfuerzos que se hagan.
Se piensa que agregando más fertilizantes o más plaguicidas se arregla el problema, pero realmente la solución no pasa por ahí. Al intentar llegar a ese potencial con las técnicas e insumos tradicionales sólo se agrava la situación alterando aún más el ecosistema suelo-planta con un costo económico y ecológico altísimo.
Nuestro servicio se basa en asesorar al productor en cómo revertir el estrés del sistema suelo-planta generado por prácticas tales como el monocultivo, la falta de descanso del suelo, el uso intensivo de agroquímicos, etc. y mejorar definitivamente la calidad de su suelo, además de capacitarlo en el manejo más adecuado para mantener la fertilidad natural en el tiempo, la manera de lograr la verdadera sostenibilidad.
Es fundamental comprender que el impacto que realiza el productor agropecuario sobre el sistema suelo-planta es muy alto; calculándose en un 50% del resultado final en el largo plazo.
Por ello cuando se trabaja con la nueva tecnología BIO que proponemos se deberán reemplazar las viejas técnicas (monocultivo, roturación mecánica, uso indiscriminado de plaguicidas y fertilizantes químicos, etc.) para que los insumos naturales funcionen correctamente.