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APUNTANDO A FUNDAR UNA NUEVA ERA PRODUCTIVA

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El nuevo concepto de microorganismos en el sistema suelo-planta que derriba viejos paradigmas agronómicos, se explica a través de la experiencia de productores que reafirman el compromiso del sector con el medioambiente.


En los tiempos actuales, ser productor agropecuario implica nuevos desafíos y recabar experiencias permanentes en la búsqueda de la eficiencia, tratando principalmente de interrelacionar la mayor sustentabilidad posible a un costo relativamente económico.

En ediciones anteriores, Nuevo ABC Rural publicó trabajos del ingeniero agrónomo Carlos Abecasis, quien viene investigando desde hace tiempo sobre el comportamiento de los microorganismos benéficos orgánicos como un nuevo paradigma agronómico, planteo que varios productores del país están probando en sus chacras con resultados sorprendentes en la mayoría de los casos.

Recordó Abecasis en sus artículos, que en las últimas décadas el incremento de la productividad agrícola se ha conseguido, en gran parte, a expensas de la reducción gradual de la materia orgánica y con ello la disminución de la fertilidad natural y el deterioro de la estructura del suelo volviéndolo más propenso a la compactación y a la erosión. Consecuentemente se han aumentado el uso de fertilizantes de síntesis y plaguicidas provocando mayor daño que los beneficios que se obtienen. Para intentar revertir esta situación se vienen desarrollando en el país y en el mundo, un gran número de tecnologías más amigables con el medio ambiente y con el bolsillo del productor. Nuevo ABC Rural visitó un establecimiento agrícola ubicado en el sudeste de Córdoba –más precisamente en la localidad de Inriville- donde su propietario, Leandro Rapachiani, está introduciendo en sus cultivos esta tecnología -20 hectáreas propias y 250 administradas- con resultados muy alentadores desde el punto de vista económico y, sin dudas, amigable con el medio ambiente.

“Existen actualmente algunas técnicas de recuperación de suelos basadas en la incorporación de asociaciones microbianas específicas con las que venimos trabajando desde el 2009 con resultados excelentes, que logran recuperar la calidad edáfica en tiempos record: de dos a cuatro años. Si bien hace poco tiempo que lo venimos probando en la Argentina, en el mundo se viene utilizando desde hace ya más de 20 años”, reconoció Rapachiani, en total coincidencia con lo planteado por el ingeniero Abecasis.

  • ¿Cómo logró incorporar estos microorganismos orgánicos a su establecimiento?
    Existen en la Argentina empresas que promueven estos elementos, que se comercializan a través de una fórmula líquida milenaria que ha sido mejorada por profesionales e investigadores, quienes intentan darle un tono mucho más sustentable a la agricultura. Está formulado a base de microorganismos, aminoácidos y nutrientes, que contiene las mejores cepas de más de 80 especies de microelementos benéficos -aerobios y anaerobios- entre los que se destacan diversos grupos de bacterias y hongos como lactobacillus sp, bacillus sp, lactococcus sp, saccharomyces sp, actinomicetes, pseudomonas sp, entre otros.

Costo - beneficio: la variable que más promueve

Lo mejor que puede hacer el productor hoy en día es enfocarse más en el suelo y menos en la planta, capacitándose en el manejo biológico del suelo, ya que está comprobado que agregar microorganismos benéficos al sistema provoca la mejor relación costo-beneficio del negocio agropecuario. Sobre todo, cumpliendo la función más requerida en los últimos años por las entidades técnicas-agrícolas que trabajan para el sector en la búsqueda de tecnologías más amigables con el medio ambiente.

  • ¿Se pueden optimizar los costos de fertilización con la aplicación de estos elementos orgánicos?
    Como sabe cada productor, un fertilizante sintético integra una importante porción del costo productivo de un cultivo. Este producto -por el contrario-, nos trajo resultados sorprendentes y que nunca imaginamos cuando los comenzamos a usar, a un costo mucho más moderado que aplicando fertilización química. En un maíz, una fertilización orgánica está en el orden de los $ 700 (sí, pesos), contra casi 300 dólares que cuesta una fertilización sintética completa, según nuestros cálculos, con el agregado de obtener un rendimiento similar en el cultivo y la particularidad de no producir degradaciones ni en el medio ambiente ni en el suelo.
  • ¿Cuáles fueron los resultados más sobresalientes en cultivos de soja?
    En verdad con respecto a la oleaginosa, los aminoácidos naturales trabajan firmemente en el estrés general de la planta. Un ejemplo particular que pude observar en un lote de soja atacado por la piedra, fue que a diferencia del mismo cultivo con aplicación de elementos sintéticos, logramos iguales rendimientos a un costo mucho menor. Este grupo de aminoácidos naturales cuesta sólo $ 100 por litro. Piense que la dosis para el cultivo de soja es de sólo dos litros por hectárea.
  • ¿Cómo determina la dosis de microorganismos a incorporar en el cultivo?
    Se aconseja incorporar 1,5 litro en cualquiera de los cultivos –maíz/soja/trigo- en el primer año de uso, y medio litro por hectárea en los siete años siguientes. Ya en la octava campaña, el campo queda minado de microfloras y los resultados de rendimiento y cuidado del suelo son muy visibles. Con esto se recupera todo lo perdido con tanta cantidad de fertilizantes sintéticos, aunque en algunos casos –previo análisis de suelo- es recomendable complementar la fertilización con productos químicos para no derivar en un cambio de fertilización brusco, sobre todo en el primer año de uso.

Fertilización en tres etapas

En la fertilización con este material, conviven sinérgicamente gran cantidad de especies de microorganismos que promueven el desarrollo de las plantas, que activan su sistema de defensa, micorrizan las raíces, solubilizan el fósforo y cumplen muchas otras funciones esenciales. Pero lo más interesante es que cumplen el rol de “equilibradores” del ecosistema disminuyendo la posibilidad de que se generen grandes poblaciones de microorganismos de una misma especie (plagas).

Según Rapachiani, es ideal realizar las aplicaciones de los microorganismos orgánicos en tres etapas de cultivo, llegando a cubrir las dosis recomendadas por campaña. “En el momento que el cultivar comienza a germinar hay que realizar la primera incorporación del líquido, que penetrará no sólo en la especie implantada sino también en el suelo; para la segunda aplicación esperamos que la planta tenga unos 30 centímetros y la tercera pulverización la realizamos cuando el cultivo se encuentra en floración, para que no sea atacado por insectos y enfermedades”, sostiene convencido de su accionar el productor agropecuario cordobés.

Consultado por el modo de aplicación, advierte que se puede mezclar con aplicaciones de glifosato o cualquier otra pulverización. “Para las aplicaciones debemos buscar buenas condiciones climáticas, con mayor cantidad de humedad y buena cantidad de agua, debido a que es el medio de movilidad de la bacteria, permitiéndole una cobertura uniforme”, aseguró.


Organismos benéficos para un control total

Si bien se podría hacer una gran división entre microorganismos “patógenos” y “benéficos”, la realidad es menos lineal y depende del punto de vista con que se mire. Cabe aclarar que siempre que hablamos de uno u otro nos referimos al efecto que puede generar en los cultivos y no porque sean malos o buenos de por sí. Un microorganismo se convierte en plaga cuando se dan las condiciones para que ello ocurra; de lo contrario, esas mismas especies conviven en armonía con el resto.

  • ¿Qué notó en su establecimiento respecto a los organismos benéficos biológicos?
    Observamos, en todos los casos, presencia de microorganismos que conservan la humedad encapsulando las moléculas de agua, otros que trabajan sobre los hongos impidiendo la aparición de enfermedades del cultivo y de fin de ciclo, y además permite amenguar los problemas de insectos. Inclusive en ensayos que realizamos logramos ver con claridad muerte de isocas por sobrealimentación, debido a que en los lotes donde lo utilizamos no tuvimos necesidad de aplicar insecticidas y menos aún fungicidas.
  • ¿Tuvo la oportunidad de trabajar con insecticidas biológicos?
    Sí, en mis planteos utilizo toda clase de tecnologías basadas en sustancias biológicas, aunque alterno en algunas oportunidades con materiales sintéticos. En esta campaña incorpore un gorgojicida orgánico en un maíz implantado en mi campo y los resultados fueron excelentes. Este organismo es un astringente antidiarreico que mata al ácaro por deshidratación: es decir que no lo envenena, sino que le absorbe la capa de lignina provocándole la muerte segura.

Ensayos que marcan diferencias

Si bien la siembra directa ha sido una excelente herramienta clave para evitar en parte continuar deteriorando el suelo, sabemos que no es suficiente para recuperar toda la fertilidad perdida.

“Cuando nos referimos a la fertilidad de un suelo no hablamos solo de macro y micro nutrientes como el N, P, K, S, Fe, etcétera, sino de una serie de condiciones físico-químico-biológicas del sistema que incluyen, además, muchas biosustancias, entre las cuales se encuentran los antioxidantes como una de las moléculas de más alto impacto positivo en el ecosistema”, dice Rapachiani.

  • ¿Qué ensayos fueron los que más sorprendieron sobre el producto?
    Hemos realizado pruebas sobre varios cultivos. En todos los casos el lote estaba fertilizado con elementos químicos y le sumamos el líquido orgánico para observar los resultados y los posibles cambios. En soja, pudimos notar una diferencia de tres quintales por hectárea más de rendimiento. En garbanzo, se lograron salvar siete quintales que no fueron atacados por hongos gracias a la adopción del producto y en trigo tuvimos incrementos de hasta siete quintales con mejoramiento en la calidad panadera. Hoy tenemos lotes con cinco años de tratamiento en los cuales la diferencia es muy visible, sobre todo por la muy buena disposición de fósforo existente en el suelo.

Autor: Lucas Mich (Periodista de ABC rural)


Otros datos: Artículo publicado en ABC Rural, en 12/2013 (Ver nota original)